COLUMNA: MATERNIDADES LIBRES - Kristel Farías Neira (Chile)
- CuchaRica Irreverente
- 11 jun 2019
- 24 Min. de lectura
Acá, nadie es inmune, nadie censura. Acá, la revolvemos. Acá, cocinamos todas.
#4 12Junio19 #columna #opinion #visibilizacion #mujeres #maternidad #violencia

Hoy, en todo el mundo, las mujeres estamos despertando de la pesadilla patriarcal.
Muchas de esas mujeres somos madres que buscamos subvertir el (des)orden que nos impone el Capitalismo y el Patriarcado a través de una crianza libre y respetuosa, lejos de la estructura lógico-racional, extractivista y antropocentrista. Madres que queremos maternar desde otras esquinas emocionales, ideológicas, políticas y éticas. Madres que buscamos que nuestra niñez crezca libre de las garras de un Estado y de un mundo concebido desde el Patriarcado.
En muchos casos, este es un intento solitario pues, hasta ahora, el género masculino ha dado pocas luces acerca de su papel en la deconstrucción del orden patriarcal y en la conciencia y supresión de sus privilegios. Es decir, siguen paternando desde el machismo, ejerciendo contra las madres y la niñez violencia física, psicológica y económica.
Hasta ahora, los derechos tanto a maternar como a una crianza libre, han sido sistemáticamente negados social, histórica e incluso, judicialmente; por condiciones que no responden necesariamente a la subversión de la norma ético-moral establecida, sino que también a condiciones de clase. En efecto, las mujeres empobrecidas, quienes no tenemos recursos ni privilegios, somos cuestionadas por nuestra forma de maternaje e incluso, hemos sido impedidas judicialmente de ejercer nuestro derecho a maternar.
Cuando esto ha ocurrido, nuestro derecho a la defensa debe remitirse a corporaciones judiciales; las que sabemos, operan deficientemente y en condiciones precarias.
Podemos establecer entonces que nosotras, como mujeres madres empobrecidas, estamos siendo violentadas y juzgadas por la norma social, por el Estado y por los padres (o sus familiares) quienes deciden instrumentalizar a la infancia sustrayéndola de su nido, aprovechando los vacíos legales y la misoginia de los tribunales de justicia para seguir perpetuando el círculo de control y venganza en su contra.
Su modus operandi son denuncias por maltrato y negligencia, muchas veces basadas en acusaciones falsas, tergiversadas, sacadas de contexto, poniendo lo particular como general o documentándolas con versiones falaces emanadas de instituciones del Estado que simplemente no funcionan o son deficientes. Como son hechos difíciles de probar, el vacío legal hace que baste un testimonio, una constancia o una denuncia para que los tribunales tomen medidas cautelares, prohibiciones de acercamiento o cualquier tipo de restricción; aún antes de probar la veracidad de esas acusaciones y sin mediar ningún tipo de investigación. Se asume entonces, subterráneamente, la premisa de que si hay una denuncia en contra de una madre, "algo grave debió haber hecho, porque es casi imposible que a una madre le quiten a sus hijos/as/es".
De esta manera opera la misoginia y el patriarcado, invisibilizando la presunción de inocencia, invalidando los requerimientos de las madres, sentando verdades utilizando referencias de procesos aún en marcha, faltando al debido proceso en notificaciones, citaciones, sobreintervenciones, falta de información oportuna que hace que no podamos ejercer nuestro derecho a defensa de forma óptima y oportuna, instituciones que nos revictimizan, nos confrontan con nuestros agresores y que finalmente les entregan -contra toda lógica- el cuidado de nuestras crías, obviando en muchísimos casos, que son ellos quienes han cometido delitos de violencia al interior de la familia.
Lo anterior, denota claramente la violencia que el Estado y el Poder Judicial está ejerciendo contra las madres y la infancia. Es un sistema judicial enfermo, cuyas consecuencias dañan directamente a la niñez, la que se ve alejada de sus familias nucleares y ampliadas, sus figuras de apego y su entorno próximo.
Hay cifras que connotan el hecho de que, ante una separación, los padres hacen daño directamente a sus niños/as/es, violentándolos de manera física, psicológica (manipulación, alienación parental, violencia hacia la madre en su presencia) y/o económica (no pago de pensión de alimentos) o de manera "indirecta", alejándolxs de su nido para mantener el control sobre la madre y seguir dañándola tanto internamente -por alejarla de sus crías- como públicamente, denostando su imagen de madre, lo que contiene, además, una fuerte carga social de cuestionamiento y juicio público.
Por todo lo anterior, no podemos hacer más que visibilizar el dolor que el Poder Judicial patriarcal del Estado Chileno ha provocado a todas las madres y toda la infancia violentada por su forma de proceder.
Sabemos que no somos las únicas en Chile, ni en Latinoamérica, ni en el mundo. Muchas legislaciones nacionales no están respondiendo a las formas de maternar que buscan otro tipo de concepción de ser personas. En nuestras sociedades, criar de manera respetuosa y libre es, sin temor a exagerar, peligroso; puesto que estás crianzas ponen en cuestionamiento formas de actuar, hacer, pensar y sentir que se han perpetuado por siglos y que se asumen son parte de nuestra esencia estructural, de nuestro sentipensar el mundo. Y lo que se ve amenazado por ello, es esa estructura, su institucionalidad y sus formas de control.
Una madre que cría a un ser libre es una amenaza, no solo para el padre o la familia que oprime, sino que para toda la estructura social hegemónica. Nos arrebatan a nuestrxs niñxs para infundir temor social; como una nueva forma de terrorismo estatal, una nueva forma de tortura, una nueva doctrina del shock, con el objetivo claro de que las madres sigamos supeditadas a una maternidad demandante, culposa, esclavizante. Y si somos esclavas de la maternidad, somos esclavas y perpetuadoras de este sistema.
Subvertir este orden, derrocar el estereotipo de la madre patriarcal es una revolución. Una revolución con cordón umbilical. Una maternidad efectivamente subversiva. Una maternidad realmente libre.
Kristel Farías Neira, 36 años, madre de Inti (15) y Laura (6)
Profesora de Educación Media en Lenguaje y Comunicación. Escritora y bordadora. Educadora en Parque por la Paz Villa Grimaldi, Gestora Cultural e integrante de Colectivo Pacto, Arte y Memorias.
Actualmente, integra la Red Feminista Vuelve a Casa, con el objetivo de visibilizar los casos de violencia judicial hacia las madres y la niñez. Su caso aún no se resuelve y lleva 5 meses sin ver a su hija menor.
Instagram: Campaña #lauritavuelveacasa @kris.tela @redvuelveacasa
Correo electrónico: redvuelveacasa@gmail.com

#3 29Mayo2019
A UN AÑO DEL MAYO FEMINISTA - RENATA URBINA (Chile)
Cuando las mujeres comprenden que lo personal es político- término que estamparon las feministas radicales de la década del 70, específicamente Kate Millet- comienza el cuestionamiento al entorno. Entienden que las problemáticas que alguna vez sintieron íntimas, son debido a una violencia sistematizada y estructural del patriarcado, orgánica que las ha mantenido silenciadas y divididas de manera estratégica durante la historia.
En mayo del año 2018 se marca el inicio de una 4ta ola feminista en Chile . Las mujeres se organizaron bajo una misma consigna: que el estado y la sociedad reconozca sus derechos fundamentales. Según la Constitución en el Artículo 1o. Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derecho. Desde diferentes espacios (culturales, educativos, autoconvocados, etc.) la organización femenina con enfoque feminista se fue articulando respondiendo, además, a un panorama internacional donde las denuncias de acoso, abuso y feminicidios aumentaron por su mayor visibilización.
El feminismo te enseña a cuestionar la institución desde su orden jerárquico desde el género y así se desenvolvió esta lucha. Por ejemplo: en los espacios universitarios el hito que marcó las movilizaciones feministas fue en abril con la toma de la facultad de Humanidades de la UACh. Desde ahí comenzó la ocupación de los espacios educativos superiores, y que llegando a junio ya eran 32 las universidades movilizadas a lo largo del país. Las estudiantes pusieron en tela de juicio a las autoridades que identificaron como abusivas y compañeros violentadores con denuncias de acoso y abuso sexual. Siguieron también la línea de los movimientos estudiantiles exigiendo una educación no sexista, educación sexual y con una perspectiva crítica de género.
Con la consigna ‘educación para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal (libre) para no morir’ se visibiliza el aborto como problemática social y una necesidad en la salud pública para que este no sea solo un privilegio de la clase alta, quienes suelen pasar abortos como apendicitis, tal y como declaró la
la ex ministra de salud Helia Molina en el año 2014: "En todas las clínicas cuicas, muchas familias conservadoras han hecho abortar a sus hijas". Dichos le costaron su cargo.
La despenalizacion es imposibilitada por la Iglesia Católica con sus normas morales y violentas, introducidas en los úteros y conciencias ante un derecho básico como lo es acceder a un proceso quirúrgico como este y decidir legítimamente sobre mi cuerpo.
La familia también fue una institución sobre la cual se polemizo. Su composición machista y encubridora, fue nido de violencias hacia niñas y mujeres quienes por mucho tiempo normalizaron estas conductas, o bien, se silenciaron por vergüenza y culpabilizadose por lo ocurrido. La imposición heteronormada y conservadora de una familia fue la máscara aparente de lo correcto invisibilizando situaciones como el ‘por qué debo servirle a los hombres hasta violencias sexuales y psicológicas en este espacio que parecía ser seguro.
El panorama de ese año 2018 permitió que se generaran asambleas y encuentros de mujeres y que en estas se crearan círculos de confianza donde los testimonios, desde lo más profundo de las entrañas, eran socializados, muchas veces por primera vez, reconociendo la violencia luego de escuchar relatos anteriores. Por eso comienzo la columna con lo personal es político. Todas somos víctimas del sistema patriarcal impuesto en Chile, y lo maravilloso de ese mayo feminista fue que las mujeres se plantearon como malas víctimas, con una concepción contraria a lo que esta sociedad neoliberal espera de nosotras. Dejamos atrás la sumisión para empoderarnos y destruir esta anticuada estructura, así volverla a construir desde el feminismo, que nos ayudó a entender que somos sujetos de cambio.
Agradezco ese mayo feminista que puso en la sobremesa después de almuerzo un domingo estas temáticas y nos empedró para así enfrentarnos a los marchitos de la familia con argumentos sólidos ridiculizando su pensamiento retrógrado, y así también sembrando la semilla del empoderamiento en las mujeres del nuestro núcleo más cercano.
Después de ese mayo nada volvió a ser como antes en la vida de muchas compañeras, las cuales durante ese periodo vivieron su primer acercamiento con el feminismo, del cual, afortunadamente, no hay retorno
#2 11Feb2019
OLLA A PRESION: ABUELAS - Ragna+Katie Armeria+La Ridícula+Angelica Soto+Ale Pino+Isabel Cetina
RAGNA (Chile)
No conozco el nombre de mi abuela materna, no la conocí, pero recuerdo que era uno muy antiguo. La intenté buscar, en un certificado de defunción, pero no pude encontrarla y algunas personas me han dicho que es mejor no tratar de averiguar, que era una mujer mala, pero en realidad no lo sé.
Mi abuela paterna, no tengo recuerdos claros de ella, más bien percepciones, pero una de mis tías me ha contado ciertas cosas, con titubeos. Podría preguntarle a la mujer que está con mi padre, pero hace ocho años no sé de él. Aunque ella me crió, nos ha mantenido alejados.
Tengo el derecho a saberlo, pero tal vez nunca me cuenten. Cuando falleció mi abuelita, nadie me avisó, cuando me enteré ya habían pasado meses desde su entierro. He tratado de recordar para poder compartir mi historia. Solo recuerdo que era cariñosa y reía mucho, con cosas simples. Era muy protectora de sus nietos, crió a los hijos de una de mis tías, quien era casi una princesa y hacía nada en la casa, entonces mi abuela tomó ese rol.
Hacía pan fresco todos los días, en su casa siempre había mucha gente, su puerta nunca estaba cerrada, sino junta. Los vecinos entraban a conversar con ella en la cocina, donde siempre estaba. Nos alimentaba de su huerto, mataba gallinas, recogía huevos recién puestos y cosechaba las verduras. Me encantaba el café de trigo que hacía, a veces lo he encontrado y el aroma me la trae a la memoria. Me tostaba pancito rebanado en el brasero y me los daba con mantequilla todos los días. Me iba a buscar a mi pieza, que quedaba al fondo de la casa, alejada de todos, porque a mi tía no le gustaba que yo estuviese con todos ellos. Recuerdo siempre haber sentido hambre y estar sucia. Era muy pequeña y compartía mi comida con un perro que cuidaba el lado de la casa que se me estaba restringido. Había un pozo en el campo de la casa, no sé como nunca me caí en él, no sé que me protegía, pero nunca me caí. Como siempre tenía mucha hambre, trepaba los árboles y me comía sus frutas.
Mi abuela me encontraba ahí, me chiflaba y llamaba “¿dónde esta mi chiquilla?”, casi con el mismo sonido con el que llamaba a sus animales. Recuerdo una foto en la que me tiene de la mano, entre las plantas. Me la regaló un primo y es muy linda.
Ella me iba a ver al jardín, que era un lugar seguro para mi, porque mi tía era agresiva con ella y si yo entraba a la casa, ella me atacaba; me castigaba. Me tiraba el pelo, me pegaba con varillas, aunque me encargaba el cuidado de su hijo, que cargara sus bolsos, etc.
Recuerdo a mi abuela en la batea, donde eternamente escobillaba ropa de niños. También tenía una piedra grande donde machacaba ají y ajo, le echaba muchos condimentos a la comida. Eso me gustaba mucho, el cocinado que hacía temprano porque yo siempre estaba con ella. Nunca salía, siempre estaba tendiendo la casa, sus piernas estaban llenas de varices y tenía una venda en su pie. Recuerdo el sonido de sus pantuflas y sus medias sueltas, se inclinaba hacia un lado al caminar, era gordita y le gustaba comer. También vestía un delantal sucio y un chaleco viejo con mangas arremangadas y faldas largas. En invierno se ponía un gorrito de lana. Nunca la vi arreglada, pero siempre peinaba su pelo corto con limón.
Como yo era chica, me tomaba en sus brazos y recuerdo la voz en su pecho y así me quedaba dormida. Me sentaba en sus piernas para sacarme los piojos. Recuerdo que una vez llegó una mujer muy linda y empezó a hacerme lo mismo, me sentó entre sus piernas, pero tenía un mal olor, que parecía a poto, quise arrancarme, pero no podía.
Cuando mi papá me visitaba, me bañaban por partes. Recuerdo el shampoo, era una crema rosada que quería comer, veía el agua sucia, muy sucia, cuando me enjuagaban. Mi tía era muy brusca, pero se encargaba de limpiarme cuando iba mi papá. Mi abuela me cambiaba pañales, eran de sábanas y lavaba la ropa de cama, que era hecha de sacos harineros. Las metían en cloro y quedaban muy blancas. También nos hacía las mamaderas a mi hermano a mi, la mía era verde y la de mi hermano, café: botellas de pilsener y malta, pero con leche y un chupete como los grandes con que alimentaban a los terneros. Me encantaba esa leche.
Hace poco fui a Pomaire y en un museo vi las mismas mamaderas. No sé si era la usanza de esos tiempos, pero yo creía que había sido un invento de mi abuela.
Mi abuela hilaba con un palito que giraba, lavaba las lanas y los cueros de oveja. Le encantaba tomar mate y una vez sufrió una trombosis y quedó chueca, la gente decía que era por tomar mate caliente y salir al patio con frío. Nunca barría de noche porque decía que si lo hacia después de las doce, se le iba a aparecer el diablo. Siempre hablaba del diablo, aunque me enseñó el “ángel de mi guarda”, me obligaba a decirlo en las noches y me gustaba, excepto por la parte que dice “en la hora de mi muerte”.
La casa era larga, el living era impenetrable para mi, el olor era distinto y habían adornos de loza, a veces me metía escondida y como no tenía juguetes, recuerdo un zapatito de loza con el que jugaba. Mi papá solo llevaba juguetes para mi hermano, entonces yo inventaba juguetes para mi.
Cuando mi tía se dormía, a veces me iba a los brazos de mi abuela y me contaba cosas de terror, me daba mucho miedo porque después me iba a dejar a mi pieza, que quedaba lejos de todo. Cuando dormía con ella, escuchaba su respiración muy fuerte, me daba mucho calor, pero me gustaba. Cuando llegaban visitas, me mandaban a dormir en la paja, pero mi abuelo me llevaba mantas, sin que mi tía se diese cuenta.
Mi abuela me puso mi nombre, Ragna, pero toda la familia me decía “Yasna”, porque a la mujer de mi padre no le gustaba. Incluso en el colegio se me olvidaba mi propio nombre, cuando crecí entendí algunas cosas y les pedí que nunca más me llamaran por otro nombre. Mi abuelita me puso así porque una vez supo de una mujer alemana muy hermosa que había muerto en un accidente.
Ella es el recuerdo más lindo que tengo. No fui feliz en esa casa, pero sé que siempre quiso cuidarme. Se ocupó de mi y cuando aprendí a hablar, le decía mamá. Me separaron de ella cuando entré al colegio y me trajeron a Santiago, a vivir con mi padre y su mujer.
Mi tía me cuenta que sufrió mucho cuando me llevaron y se preguntaba “por qué se llevaron a mi chiquilla, la van a maltratar”. La volví a ver cuando tenía 11 años, luego cuando cumplí 17 y nadie más sabia que yo estaba embarazada, me fui a su casa y me cocinaba porotos. Podría haberme quedado en San Carlos con ella, pero la mujer de mi padre fue a buscarme porque era menor de edad. Las cosas cambiaron y esa fue la última vez que la vi.
Murió a los 88 años y sin una cana, haciendo cazuela y pan fresco todos los días. Fue la única persona que me quiso y protegió cuando fui niña. Se llamaba Lía.
KATIU ARMERIA
Con la Inesita no siempre tuvimos esta relación tan cercana de mejores amigas, primero fue mi abuela y en algunas ocasiones sin haberme ella parido, también fue mi madre.
Fue en esa época cuando yo aún era muy pequeña para saber del bien y el mal que me dio la lección más importante de mi vida mientras estábamos en la ducha. Me dijo: "hija no dejes que nadie toque tu cuerpo, en especial ningún hombre", confundida porque mi abuelo era hombre, mi papá era hombre y mis tíos eran hombres le pregunto "¿ni siquiera mi abuelo o mi papá o mis tíos?" y ella me responde con una cara muy seria "en especial ellos, nadie nunca puede tocarte, si eso pasa me tienes que contar ¿bueno?"
Tenía 5 años cuando aprendí que mi cuerpo de niña debía ser defendido, tenía 20 años cuando supe que mi abuela no tuvo quién defendiera el suyo.
LA RIDICULA (Chile)
¡Hasta verte, Cristo Mío!
Hay mucho que podría escribir de la Chabelita, qué mujer tan maravillosamente compleja. En su larga vida fue niña, cenicienta, abuela, celebridad local y santa patrona familiar. Su huella marcó con una profundidad que aún estoy descubriendo en terapia y su toque llevó el legado de generaciones de mujeres empobrecidas, amorosas y sufridas.
Isabel Chávez nació en Isla War, de madre esforzada y padre pasivamente alcohólico. Viene de una larga dinastía de mujeres que se casaron y parieron viciosos, pero aun así los amó. Amó a su padre y a sus hermanos, amó a sus hermanas, a sus hijxs, a sus nietas y a Cristo. Para las pobres, amar es sufrir, y la Chabela amó como nadie.
Fue descrita en su funeral como un “remanso de amor”, y todos los presentes asintieron ante el peso de lo innegable. Bajita, canosa y regordeta, estaba a las 8 en la feria de los jueves y volvía a las 12 porque se quedó conversando con todo el pueblo. Medio Talagante lloró en su hombro y se llevó un kutchencito y un consejo de regalo. Su cocina no tenía rival; su disposición era servicial; su devoción, inquebrantable. La Chabelita era una institución en su pueblo; pero para mí era Mi Abue, con mayúscula.
Mi Abue, que me heredó gran parte de mi culpa católica. Mi Abue que me contaba historias de la biblia antes de dormir; Mi Abue que me cantaba “que no te importe la raza ni el color de la piel, ama a todos como hermanos y haz el bien”; Mi Abue que quiso hacer de mí una buena cristiana: Háblale a la niña a la que molestan en tu curso; ayuda al que le cuesta la tarea; se valiente; se bondadosa; plántate por tu prójimo más necesitado. Mi Abue, mi primer amor incondicional.
La Abue que aceptada a todxs sin importar su pecado porque eso es lo que Cristo haría. Mi Abue que se empinaba el vaso de vinito en el brindis diciendo “¡hasta verte, Cristo mío!”. Mi Abue que de tanto ser madona, ejemplo e institución no pudo ser mujer. Vino de esa cepa de pobres que solo tienen el amor en su corazón y el talento de sus manos, si dejaba de amar ¿qué le quedaba a la Chabela? La conocí poco, fuera de su rol en mi vida, pero de la Chabela puedo decir que tenía un humor oscuro y un poco terrorífico; que le gustaba el actor de Judas Iscariote en Jesucristo Superestrella; que tenía remordimientos que jamás nos contó; que tenía buen gusto para vestirse aunque careciera de los medios; que sonreía siempre, pero rara vez reía; que le gustaban las matemáticas; que le pesaba no haber podido aprender a dividir.
Mi Chabela, maldita por el patriarcado y bendecida por su propia mano. Tengo la teoría de que nadie se molestó en mirar a la mujer detrás del mito porque la mujer era demasiado grande, demasiado formidable para contenerla las casillas patriarcales en las que ella misma se esforzó por encajar. Ningún débil de mierda podría haber lidiado con la Chabela, al mundo le faltó garra, le faltó amor para merecer el desastre maravilloso que era la mujer detrás de mi abuela.
Qué podían saber un montón de curas rancios y cuicos egoístas de la tremenda mujer que les hacía las tortas. Qué supieron sus hijxs que la idealizaron, su esposo que la traicionó. Qué supieron quienes nunca tuvieron la humanidad de sentarse a escuchar lo que tenía que decir. Mi Chabela me duele y me llora por dentro, pero también me canta y me abraza. La dicotomía de la mujer pobre que solo tuvo el amor y el universo infinito que era ella misma.
ANGELICA SOTO (Chile)
Yo la amaba, era mi mami, un poco machista la señora pero tenía una generosidad para los demás. A veces éramos más de 30 en una mesa con todos sus hijos y sobrinos y gente allegada o vagabundos, etc.
Igual era una mujer bruja de estas parteras, quebraba el empacho y santiguaba y tenía una conexión especial con las mujeres, siempre abogaba por ellas.
Mi vieja era total.
** Angelica es atea, mala influencia, súper intensa , buena amiga y pésima madre, pero de un buen hijo.
ALE PINO (Chile)
La Chucheta
El amor del Chile de antaño están marcado por el alcoholismo, la violencia y la pobreza. A las niñas había que alejarlas de los hombres hasta que tuvieran edad de merecer, y procrearse aunque ellas no quisieran.
Mi abuela no quiso eso, mi abuela arrancó de esas situaciones, y hasta el día de hoy, ella dice que tuvo suerte de encontrarse con un hombre tan bueno y paciente como el Pepe.
La Martuca es una chucheta, así la han definido siempre y las razones cuando yo era chica estaban claras: En su casa nunca faltaron sopaipillas para mi papá, sus hermanos y el ejército de amigo que llegaban a la casa. Tampoco faltó el espacio para que los niños y adolescentes hicieran sus malones.
A la casa de la Martuca llegaban las pololas, y cuando sus hijos se fueron casando, siempre había una casita pequeña en su patio para que las parejas jóvenes tuvieran un punto de partida. La Martuca hacía pan amasado, lavaba ropa ajena e incluso puso un almacén para apoyar la crianza de sus hijos, las vacaciones y cuanto necesitaran sus vecinos en necesidad, que por esos años eran muchas.
Trabajaba gratis en la iglesia para ayudar a los oprimidos durante la dictadura, y hacia chistes amarrándolas bien fuertes diciendo: “ésta humita es Pinochet”, así con su humor siempre listo, ayudó a que se encontraran minutos de relajo para quieres tenían vidas de angustia. La Martuca se casó a los 15 años, enamorada, hasta el día de hoy de su viejo, el Pepe con quien tuvieron 11 hijos, cinco de ellos vivos.
Con su Pepe se enamoraron y criaron una familia, se besaban delante de todos, incluso antes de que el Pepe muriera mi abuelita lo miraba con picardía y mucho amor.
Con la Martuca no hay temas tabúes, ella nos ha contado como conoció al Tata, como fue la primera vez que hicieron el amor, y cómo a sus más de ochenta años se vive de los hermosos recuerdos.
La Matraca, la chucheta, no es más que una mujer honesta, divertida y sin prejuicios... ella no “perdió su virginidad”, una vez me dijo: “ Yo nunca he perdido nada, sé perfectamente dónde está” mirando a mi tata con una risa y mi tata riéndole de vuelta.
Si es así, yo también deseo que a los 84 me digan que soy chucheta, que el concepto lo carguen otros con prejuicios, porque yo, lo veo cargado de puro amor, como veo a la Martuca.
Para mi abuela, Marta, mi gran amor.
ISABEL CETINA "Iss Crisxa" (Mexico)
Mis abuelas eran las “peores”: la historia que no te contaron de como nuestras abuelitas consiguieron el voto en México.
Un escenario que va cambiando a base de esfuerzos imparables
Muchas de nosotras nos hemos topado sin duda con comentarios como los siguientes:
-¿Para qué el feminismo? Yo no necesito del feminismo.
-Ni feminismo, ni machismo: Igualismo.
-¿Feministas? ¡Feministas las de antes, las que luchaban por cosas de verdad importantes! ¡Qué no andaban vandalizando las calles ni se andaban encuerando.
El etcétera es basto y aunque dan ganas de descojonarse de la risa, esa risa es la respuesta a un coraje de no poder condensar la historia universal, en específico la historia de la opresión de la mujer y dárselas de un jalón a estas personas, pero no, con el tiempo he caído en cuenta que no es mi obligación educar a todo mundo, cada quién tiene la obligación de procurar su crecimiento personal y sobre todo el intelectual. Puedes indicar el camino, sugerir, no digerirles ya regurgitados el conocimiento, que es responsabilidad propia. Además de que hay procesos deconstructivos muy propios y hay que respetarlos. Por mi parte me ha salido un radar para identificar quien quiere sólo pelear y quién quiere debatir e intercambiar información y posturas; De algo me sirvieron tantas batallas para defender mis ideas. Batallas que en un sentido estricto dan coraje una vez que entiendes el contexto pues, a estas alturas del partido, tendría que darse por sentado que las mujeres podemos y debemos reafirmarnos a través de nuestras ideas y estilo de vida pero es un hecho que aún son batallas que se libran, ya no digas con el mundo sino a veces con la familia, gente que se dice amiga y en el entorno laboral o educativo.
Conciencia histórica
¿Era mi abuelita menos revoltosa que yo? La respuesta es NO. La historia nos remonta que gracias a sus gritos de guerra y libertad es que ahora podemos usar pantalones, manejar autos, trabajar, tatuarnos, nos han dejado de practicar la ablación (común en algunas comunidades de antaño y cuya práctica es denigrante, dolorosa y viola los derechos humanos), no tener hijos, tenerlos en la cantidad que queramos, disfrutar del ejercicio de nuestra sexualidad, escribir, tener voz, pintar, elegir nuestra pareja y vocación y una herramienta de gran peso como lo es votar, entre muchas, muchas otras cosas.
Por ejemplo la parte contestataria de estas luchas siempre fue el status quo machista, tan acostumbrado de ver en la mujer, la bestia de carga, pues debajo de “la fragilidad femenina” impuesta por su base ideológica, se escondía que querían domesticarnos. Nuestra libertad les asustaba porque perderían sus privilegios que eran a costa de nosotras: las borradas de la historia hasta entonces. Pero no, las mujeres pusimos en alto la voz. Nuestras abuelas se rebelaron ante la antinatural opresión y fueron señaladas por ello.
¿Por qué votar es un derecho que marcó la diferencia en la historia de la mujer?
Bueno, para responder ésta pregunta tendremos que plantearnos en la historia de la humanidad cuestiones tan importantes como la evolución de la figura femenina como sujeto político en los espacios públicos, por tanto, los triunfos de la lucha dieron como resultado el planteamiento del papel de la mujer como sujeto de derechos, osea que su voz valía igual que la del hombre, que por default tenía valor y peso en las decisiones socializadas en la familia o en la comunidad. Lo cual nos detona como la mujer antes era vista como un fantasma social, como un acompañamiento, como un adorno, siempre a expensas de una figura de hombre: Abuelo, Padre, hermano, esposo, sacerdote, juez, etc.
Nuestras abuelas se hartaron
Nuestras abuelas se hartaron ¡Y qué bueno! ¡Y qué cosa tan bonita! Y lucharon pero no lucharon pidiendo permiso, irrumpieron, vandalizaron, gritaron, escribieron, exigieron, se confabularon. Muchas con los niños en casa de sus madres o amigas, muchas cargándolos en hombros, muchas cargando la etiqueta de solteronaspor revelarse, muchas siendo cómplices en participar en la euforia de cambiar el mundo que les tocaba o que ni siquiera les tocaría ver, donde valíamos tanto como la dote en turno que eran algunas botellas de licor o algunos animales de corral y se hartaron de eso, se hartaron de no amar, de no sentir si quiera el amor propio, de no reír libremente, de no ir de paseo o a la plaza, de no comer más que migajas de dignidad.
Votar era para ellas lo que es para un recién nacido es abrir los ojos al mundo, era gritar con toda la fuerza de sus pulmones que tenían derecho de elegir en qué mundo vivir. No, abuelas, su sueño no ha sido olvidado. Cada día habemos mujeres al pie del cañón. Mujeres siendo guerrilleras en su memoria, por su semilla, en honor a sus ovarios ¡Y qué ovarios! y Seguimos luchando por un mundo donde todas las mujeres tengan cabida.
México encabezó gran parte de la lucha feminista en Latinoamérica siendo de los primeros países en considerar una necesidad, lo que antes ni se vislumbraba: que las mujeres tuvieran participación política. Todo se debió a un cambio de paradigma que hacía posible lo antes impensable, pero este cambio no fue de a gratis, se gestó en un escenario muy especifico que fue la construcción de naturaleza política:
a) la revolución mexicana que involucró el papel activo de mujeres revolucionarias dispuestas a abandonar sus hogares para luchar y estar al frente de las proclamas.
a)cambio del régimen dictatorial porfirista y altamente positivista que duró 30 años, tres meses y 20 días y que transitó al marxismo de corte democrático, dónde el poder se depositaba en el pueblo.
b) el primer congreso feminista en Yucatán en 1916
c)la carta magna surgida en 1917 que establecía un nuevo pacto entre Estado y sociedad
d)mujeres que pujaron por el espacio público a través del reclamo de la ejecución de oficios y profesiones que no fueran relacionadas con la enseñanza o las letras.
e) la propagación de revistas feministas desde el porfiriato que ya no sólo abordaban temas de moda o maternidad sino que tenían en sí una crítica social, historia, era instructivo e informativo.
En México vivíamos también las oleadas lo que de afuera nos llegaba: como las grandes proezas de Olympia de Gouges con su reclamo y declaración en 1791 en la “Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana” en contra respuesta a que fuimos (como siempre) excluidas en la “Declaración de los derechos de la hombre y el ciudadano”; también nos llegaba resplandecientes las ideas marxistas de Rosa de Luxemburgo y la obra anarquista y activista de Emma Goldman.
En Yucatán teníamos grandes figuras feministas trascendentes como Consuelo Zavala, Dominga Canto, Adolfina Valencia de Ávila, María Luisa Flota, Beatriz Peniche, Amalia Gómez, Piedad Carrillo Gil, Isolina Pérez Castillo, Elena Osorio, Fidelia González, Candelaria Villanueva, Lucrecia y Adriana Vadillo, Rosina Magaña, Consuelo Andrade y Elvia carrillo puerto. En todo México el cambio se ha sido gestando con grandes y brillantes mujeres.
Pero el paradigma no estaba listo. Se consiguió el voto femenino en México en 1953, 37 años después del primer congreso feminista. Es un hecho que el enunciado legal no correspondía a la realidad así que, después de mucho luchar, nuestras mujeres no bajaron los brazos ni cerraron la boca, se enfrentaron a que su lucha estuviera plagada de esfuerzos machistas por satirizar, tildar de impropia, de antinatural y defectuosa su batalla; aún así lo lograron y no fue precisamente en silencio, nuestras abuelas nos dieron la libertad y hoy las honro, como madres de nuestras libertades.
**Isabel Cristina Cetina Castillo (Iss Crisxa) nació en México en 1986, estudió Comercio internacional y actualmente trabaja en el sector de la Construcción, se dedica a la pintura y la poesía. Ha sido líder estudiantil en la Universidad Autónoma de Yucatán en el periodo 2008-2011. Ha publicado en la revista Puentes de la Universidad de Arizona. Participado en la Feria Internacional de la Lectura 2018 con tres mesas paneles. Colaboró en el V encuentro de escritores de Península a Península. Ha incursionado en el cabaret con lecturas de sus poemas con el Colectivo Arrabaret en noche de Brama Vol. II. Participaciones de lectura poética en instituciones como REPAVIH AC, UNASSE AC e INKÜBERS. En el 2018 tuvo su primera exposición colectiva en el marco del día de la mujer llamada: Óyeme con los ojos. Impulsora del movimiento de sororidad a través de pláticas sobre feminismo. Feminista, fiel creyente de la libertad y del amor como sistema político. Aguerrida soñadora. Coordinadora Gral de la asociación Igualdad Sustantiva Yucatán.
#1 29Enero2019 IDENTIDAD
ABRIL VR (Chile)
Hoy fui a sacar el carnet. Esperaba poder usar la foto anterior en la que salía decente pero me dijeron que no se podía. Estaba sudada y realmente no me sentía bonita, hace rato que no. La señora trató de sacarme la foto tantas veces que para cuando lo logró ni siquiera me preguntó si estaba bien.
Salgo con la cara sudada, chascona y sin maquillaje. Recibí los comprobantes y me fui llorando a encontrarme con el Uzi y el can. Me miré en esa foto y me encontré asquerosa. Me miré en esa foto y vi todo lo que intento esconder. Y pensé en que no importa cuán bonita me sienta algún día, siempre va a estar esa foto pa recordarme que es todo una máscara que me pongo, ángulos de cámara, expresiones, pero que en fondo soy asquerosa y jamás voy a ser bonita realmente.
Una hueá tan chica como una foto de carnet hizo que saliera a relucir todo el retroceso que he tenido respecto a mi imagen personal.
Y puta que me da pena, puta que quisiera no preocuparme de cosas superficiales, o amarme así como soy.
Pero por la mierda que calan hondo el sistema y las comparaciones y la industria y toda la hueá; calan tan fuerte que ni aunque alguien me diga con honestidad que me encuentra bonita puedo pensar que es sincero. Porque yo a veces me veo como un monstruo.
No cuento esto para que me digan linda, lo cuento por si a alguien le pasa, porque hay que visibilizar también lo dañadxs que nos dejan los estándares de belleza, lo mucho que hacen que nos odiemos y lo importante que es que los erradiquemos.
** Abril VR es profesora, artista frustrada y harta del sistema.
LEESA RASP (EEUU/CHILE)
Hoy he tenido algunas interacciones, seriamente, seriamente raras en redes sociales. Una resulto en uno de los mensajes mas extraños y ofensivos que he recibido. Tristemente, no es el primero y, estoy segura, que no será el ultimo, pero definitivamente fue el mas raro e inesperado, ya que conocía a esta persona.
Esta es la cosa: no eres un aliado si dices cualquier cosa que resemble “no me importa si alguien nació hombre o mujer y ahora se representan como otra cosa, no creo que es asunto de nadie, sino de quien ellos quieran que sepan acerca de la orientación, sexualidad, trans – bi-genero. No necesito saber. Seré amigo si no me cuentas tus orígenes. Considero que eso es un asunto privado. No necesito saber lo que haces detrás de las puertas cerradas de tu dormitorio. Porque no me importa si eres gay o trans. Seré tu amigo, amante, aliado. Lo que tu hagas – o con quien y como – es privado.” Estos son reales dichos de mierda.
Eso NO es ser aliado. Eso NO es apoyar. Decir que la gente debería quedarse dentro del closet, porque no puedes separar una orientación sexual de un comportamiento sexual, es odioso y repugnante. Decir que no estas diciendo que deberían quedarse en el closet, pero solo deberían revelar su identidad queer a la gente en conversaciones privadas, es DECIR QUE DEBERIAN QUEDARSE EN EL CLOSET.
Saber que alguien es miembro de la comunidad LGBTQIA+ es SABER QUIENES SON, saber su IDENTIDAD personal, NO es saber su vida sexual. WTF.
Advertencia, aquí viene un descargo educativo probablemente no-muy corto: Ser LGBTQIA+, no indica ninguna maldita cosa acerca de comportamiento sexual.
Si piensas lo contrario, guardas convicciones homofóbicas. Si te da asco pensar que dos hombres o dos mujeres tienen sexo, que alguien contándote que es queer, es contarte sobre su vida sexual privada; eres homofóbico. Haces suposiciones sobre su vida sexual privada, que adjuntas a su orientación sexual. Esto nada tiene que ver con ser queer, pero tiene todo que ver con tu ignorancia y homofobia.
Cuando le cuentas a alguien que eres heterosexual, no piensas que estas revelando algo privado acerca de tu “comportamiento en el dormitorio”, verdad? Por supuesto que no, hay un enorme rango de comportamientos sexuales y todos practican diferentes cosas, sean queer o hetera. Por que, entonces, pensarías que contarle a alguien que eres queer, revelaría tu “comportamiento en el dormitorio”???
Por la maldita mierda. La orientación sexual NO es comportamiento sexual y el comportamiento sexual, sin duda, no es asunto tuyo y es privado. Pero cuando equiparas a ambos, estas en un rabioso territorio homofóbico.
Cuando hablas acerca de ser trans como si no hubiese diferencia con ser gay, estas demostrando una tremenda ignorancia sobre la gente trans. Cuando dices que el que alguien te cuente que es trans, es revelarte “información privada de dormitorio” porque “gay = parejas sexuales. = Privado. Trans = como y posiblemente con quien. = Privado.” Y cuando te cuentan que ser trans no tiene que ver con sexualidad y respondes con un “son tus partes privadas”, WOW. Ignorancia inmensa acerca de la gente trans y transfobia inmensa, también.
**Leesa Rasp es ciudadana de EEUU y vive hace casi 4 años en Santiago de Chile. Es la orgullosa madre de una hermosa hija trans, Atti. "
Comentarios