#4 Junio 2019

Estoy inmersa en una reunión familiar. Los hombres debaten sobre los partidos y encuentro prudente preguntar a que hora juegan las mujeres, pero nadie sabe…

Estos “pequeños” síntomas de segregación de género se pasean imperceptibles por lo cotidiano. Nadie apunta a la tácita diferenciación recién hecha, reflejo de un sistema que necesita urgentemente lidiar de manera efectiva, más allá de las innumerables discusiones, con las inequidades que entorpecen la sustentabilidad de una sociedad sana. El deporte entre ellos.

No debiese sorprender que los equipos que, hasta el momento, lideran este torneo -Francia, Alemania, Estados Unidos e Inglaterra- provienen de culturas en donde los derechos de la mujer han sido más respetados y los roles de género tradicionales descartados, a consecuencia de un entendimiento coherente a la realidad contemporánea.

Según un estudio publicado por US News, basado en la percepción de 9 mil mujeres, los mejores países este año en términos de respeto a los derechos humanos, equidad de género, calidad de ingresos económicos, progreso y seguridad para las mujeres, clasifica a Alemania en el lugar 10, a Inglaterra en el 13, a Francia como 14, Estados Unidos en la posición 16 y Chile (sorpresa-sorpresa), en el lugar 45.

Esto lleva a pensar que el acceso igualitario y justo es un beneficio que se extiende mas allá de un progreso económico: una mujer que habita un sistema social ecuánime, es una mujer con la oportunidad de desarrollar talentos de los cuales su nación se beneficia. Si la Roja femenina nos sorprende, incluso al término del partido que nos dejó fuera de carrera, su presencia profesional y el evidente esfuerzo incansable en la cancha superaron con creces la falta de recursos económicos y de infraestructura -lo que no ocurre con sus pares masculinos-, haciendo imperativo que este trabajo debe ser dignificado a través de la entrega de todas las herramientas adecuadas para un desarrollo profesionales. 

A pesar de esa realidad precaria -extrapolable a otras áreas, en donde las mujeres cargan estigmas sociales adjuntos al atrevimiento de romper patrones de conducta, una especie de mochila gigante con muchas responsabilidades y casi nulos derechos, también, insisto, en el deporte- fueron capaces de dejarnos boquiabiertos y orgullosos. Imaginemos cuánto más podrían ejecutar si fuesen otorgadas las mismas oportunidades que los futbolistas, que no necesitan presentarse a ningún otro trabajo que aquel que les permite vestir de rojo y azul ni satisfacer necesidades materiales (algunas básicas), que interfieren con su progreso.

No es accidental que el surgimiento del movimiento feminista en Chile, su incesante trabajo y la presencia de nuestra selección por primera vez en un mundial de fútbol en categoría adulta, converjan. Es una señal de que mientras más acceso tengamos las mujeres, el exitismo, ante el cual pareciésemos estar tan esclavizados, nos otorgaría más oportunidades para celebrarlo.

(Columna de nuestra editora, escrita para www.elagora.net el 25 Junio 2019: http://www.elagora.net/mujeres-empoderadas-mejores-futbolistas/)

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#3 Mayo 2019

Quise titular esta columna “aborto en Chile”, pero no habría artículo o me arrestarían para delatar dónde se realizan porque es Chile y a pesar de ser 2019, en este auto denominado país “más desarrollado” de Latinoamérica, la decisión de una mujer con respecto a terminar su embarazo, aún es debatida, mayormente por hombres con poderes legislativos.

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Recientemente, avanzamos con un proyecto de ley que lo permite, condicionalmente, bajo tres causales, esperanzándonos de alcanzar un “futuro” que la mayoría del mundo desarrollado ya alcanzó. Pero, porque es idiosincrásico subir tres peldaños y bajar cuatro, se alborota el poder moralista (y económico) del país a exigir la instauración de la “objeción de conciencia”, sobre todo el equipo médico capacitado para realizar esta operación. Incluso cuando la paciente cumpla con los “requerimientos” oficiales, que certifican su legalidad y encuadre, para proceder.

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La decisión de una mujer con respecto a terminar su embarazo, aún es debatida, mayormente por hombres con poderes legislativos.

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¿Quién determina, entonces, la factibilidad y justificación de aquellos profesionales dispuestos a excluirse de pabellón en estas circunstancias? ¿Hasta cuán hondo cala el poder “moral” y, mas importantemente, quién lo define? Recordemos que fue durante la dictadura militar que el aborto fue abolido, para evitar “la degeneración de los valores de la patria”, reafirmando poderes dogmáticos.

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Podríamos concluir que la oposición al aborto, y a la libertad de opción de una mujer, es estrechamente resguardada por el espectro político que comparte estos valores, omitiendo observar que, intrínsecamente, la religión no hace del aborto un asunto a ser penalizado, mas allá que la mención en Éxodo 21:22 que dice: “cuando en una pelea entre hombres alguien golpee a una mujer encinta, haciéndole abortar, pero sin causarle ninguna lesión, se impondrá al causante la multa que reclame el marido de la mujer, y la pagará ante los jueces”. Ahí lo tiene: el aborto ni siquiera se equipara a una lesión.

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Esto sucede la misma semana en que nos enteramos, mediáticamente, que han sido más de mil trescientos los niños muertos en manos de organismos públicos. ¿Entonces, es moralmente más importante proteger la vida de un feto?

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No obstante, aquella “objeción de conciencia” que en estos momentos pende amenazadora sobre la libertad femenina de reproducción (que directamente impacta la productividad de toda nación que tenga que proveer recursos para el bienestar, no solo sobrevivencia, de cada uno de sus miembros) es reiterativo en su postura de considerar el aborto como “homicidio” o “asesinato”. Ni siquiera Santo Tomas de Aquino o San Agustín, algunos de los más altos eruditos religiosos, se refirieron al aborto como tal, ya que postularon que no existe alma en un cuerpo que no experimenta sensaciones, por ende, el aborto solo significa asesinato en la etapa más avanzada de embarazo.

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Pero en Chile, un sector minoritario, pero influyente, tiene el atrevimiento de implícitamente designarse superior a estos representantes máximos de la mismísima fe que supuestamente amparan y exigen que su interpretación de “moralidad correcta”, irónicamente arraigada durante un gobierno genocida, continúe establecida.

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Y esto sucede la misma semana en que nos enteramos, mediáticamente, que han sido más de mil trescientos los niños muertos en manos de organismos públicos. ¿Entonces, es moralmente más importante proteger la vida de un feto?

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(Columna de nuestra editora, publicada originalmente en Biut.cl el 2017 y todavía relevante en un país donde siguen sistemáticamente permitiendo el deceso de los ninios bajo custodia institucional y donde el aborto aun no es libre.) 

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#2: 

¿Y dónde estaba la madre?

Por estómago; un torniquete, cada vez que leemos las mismas agresiones en contra nuestra, tras tragedias. El primer foco de atención se transfiere, casi instantáneamente, desde la magnitud de la brutalidad, hacia la progenitora; implicando que aun el rol de protección, cuidado, servilismo y provisión afectiva, recae en las mujeres.

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Las mujeres estamos cansadas de cargar responsabilidades sociales que no suceden orgánicamente en nuestras inclinaciones. Estamos cansadas de cuidar sin recursos equivalentes a la cantidad de exigencias patriarcales y erróneas a las que se nos somete ¡Y NECESITAS SABERLO!

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Hoy podemos alzar la voz, tenemos menos miedo porque hemos despertado en conjunto, si no todas; muchas. Pero ¿qué hay de nuestras abuelas? ¿Qué queda de ellas, como mujeres, cuando todo aquello que les fue impuesto poseer, se desbanda? Esa fragilidad que muy probablemente sea lo que le acompañe, es la vulneración de sus derechos, cual aún existe latentemente y por tanto dure la permisividad sistemática con el patriarcado y sus tantas pataletas.

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Abraza a tu abuela, la mujer que tal vez no conoce orgasmos ni la realización de sus sueños, porque en vez de acariciar su pelvis, sus manos estaban llenas de peinetas y cucharas revolviendo sopas y esa fue su única revolución.

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Ahora es el tiempo de poner en acción el grito de auxilio de todas nuestras generaciones.

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#1: 29 Enero del 2019 y todavía tenemos que salir de la casa a medias, dejando las decisiones tras la puerta cerrada, porque es mas seguro mantenerlas ahi, que llevarlas con nosotras.

Pese a todos los avances que las revoluciones feministas han logrado, aun se nos emancipa del derecho pleno a ser.

Aun se ofrecen, con inmediatez y gratuidad, excusas para todo comportamiento opresivo, porque da flojera explorar, minuciosamente, las problemáticas, da miedo enfrentar y derribar el status quo.

Perdón, obviamente existen muchos valientes...detrás de las pantallas.

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Enero del 2019 y todavía tenemos que salir de la casa a medias, ocupando lo vacante con el temor que es la incertidumbre con respecto a la propia vida, ahogadas en el frasco de moralidad y permisibilidad sociales que aun nos atrapa, mediante la vecina que escudriña nuestra libre expresión, el viejo asqueroso de la esquina que nos mira famélico, como si fuéramos las papas fritas que quisiera al lado de su presa erecta y maloliente, sudada entre el calor del verano santiaguino y un par de boxers de Kevin Clein.

Nos ahoga caminar por espacios públicos, llenos de gente, pensando en como defendernos de un ataque que no es poco probable que suceda. Como responderle al jefe lascivo que nos mira las tetas y nos toca el hombro, luciendo su poder absoluto, tangiblemente demostrando que si no accedemos, terminaremos allegadas en la casa de algún pariente, cuya benevolencia tiene fecha de vencimiento.

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Salir a medias de la casa, entrar a medias al metro, encontrarnos a medias con las amigas, confiar a medias en el mino nuevo que conociste en alguna fiesta, porque tiene un hijo y se auto-proclama víctima de la co-reproductora que no lo deja verlo porque no tiene lucas para mandarle. Te cuenta, con un vaso lleno de copete, en la mano, invitando al cine. 

"Pa que se la gaste en carrete?" dice, porque sabemos que los mismos huevones que mandan, o quisieran, fotos de sus pichulas, las viejas con el pecho cóncavo, de tanto golpeárselo con la cruz, los elitistas que viven en una realidad alternativa a la nuestra, las mujeres que pagaron por IVF y por eso no "creen" en el aborto, todo ese saco de ilusos que deberían poblar un planeta aparte, piensan que la maternidad es algo tan hermoso, calmo y completo, libre de dificultades, una especie de santificación instaurada por su amado dios, en el utero, que a la vez nos incapacita como seres humanos; despojándonos del derecho a disfrutar como nuestras no-maternales contrapartes.

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Es Enero del 2019 y desde hace muchos Eneros, ya nos cansaron, patriarcas.

Es hora de salir enteras y este miedo, lo traemos encima como rabia y herramienta.

Y esta es La Cuchara, donde la olla se revuelve entre todas.

NINGUNA DE NOSOTRAS VA SOLA. 

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CuchaRica Irreverente

Editora

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